la ausencia de ruidos y estímulos, en general, le pone las pilas al cerebro.
El
neurobiólogo estadounidense Leo Chalupa sostiene que necesitamos un día
completo de silencio para lograr el funcionamiento óptimo del cerebro. Nuestra mente
debería descansar del continuo bombardeo que sufre: si esta idea se
generalizara, se podrían crear espacios para esa desconexión del tecnoestrés,
beneficiosa para la mente.
Este
científico es uno más entre los muchos apologistas del silencio, apoyados por
numerosas investigaciones. Una de las más recientes indica que un tiempo sin
estímulos auditivos relaja tanto como escuchar música
tranquila. El cambio en variables cardiovasculares, cerebrales y
respiratorias es similar. Además, el silencio recarga nuestro cerebro. El
exceso de estímulos deja sin recursos a la corteza prefrontal, encargada
del razonamiento. Sin silencio, solo podemos responder minuto a minuto: el
pensamiento superior deja de existir y solo se reactiva en ausencia de
estímulos.
De hecho, ese
efecto regenerador podría ser físico. Un trabajo de la Universidad de Dresde
(Alemania) mostraba hace poco que dos horas de silencio diario conducen al
desarrollo de nuevas células en el hipocampo
de los ratones que servían de sujetos experimentale
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